LO QUE HE VISTO EN LIBIA
Paolo Sensini 27-Abr-11
http://www.comedonchisciotte.org/site/modules.php?name=News&file=article&sid=8229
Traducción de HyR
Publicamos un escrito de Paolo Sensini en el que ha descrito su reciente viaje a Libia, donde ha tomado parte en The Non-Governmental Fact Finding Commission on the Current Events in Libya (Comisión No-Gubernamental de Recopila-ción de Hechos en los Actuales Eventos en Libia).
La Redacción
«La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza»
George Orwell, La teoría y práctica del colectivismo oligárquico, 1984 (parte II, cap. 9)
Han transcurrido ya más de dos meses desde que ha estallado la llamada revuelta de la población libia. Poco antes, el 14 de Enero, luego de amplios sublevamientos populares en el vecino Túnez, era depuesto el presidente Zine El-Abidine Ben Ali, en el poder desde 1987.
Ha sido luego el turno de Egipto de Hosni Mubarak, depuesto también el 11-Feb después de haber sido, ininterrumpidamente por más de 30 añs, el amo incontrastado de su país, al grado de ganarse el apelativo no precisamente benévolo de faraón. Los eventos que la prensa occidental ha rápidamente definido, con su acostumbrada dosis de sensacionalismo espectacular, como la «revolución jazmín» y «revolución de los lotos».
La revuelta pasa de allí a Jordania y Yemen, de Argelia a Siria. E inesperadamente se extiende como mancha de petróleo a Omán y Bahrein, donde los respectivos regímenes, ayudados en este último caso de la intervención más allá de la frontera por el ejército de Arabia Saudita, reaccionan violentamente contra el descontento popular, sin que esto se transforme, todavía, en una condena firme de los gobiernos occidentales. Sólo el rey de Marruecos parece querer prevenir lo peor y el 10 de Marzo propone una reforma de la constitución.
Dos meses en los cuáles, una vez puestos en standby los sucesos de Túnez y Egipto, todos los grandes medios internacionales se han concentrado sobre la «evidente y sistemática violación de los derechos humanos» (Resolución 1970 adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 26 de Febrero de 2011) y sobre los «crímenes contra la humanidad» (Resolución 1973 adoptada por el Consejo de Seguridad el 17 de Marzo de 2011) perpetrados por Qaddafi contra «su propio pueblo».
Una resolución, ésta última, carente de todo fundamento jurídico y que viola de manera patente la Carta de la ONU. Se trata en suma de una verdadera y propia aberración jurídica en la cuál una violación requiere otra: …. porque la ONU puede intervenir según el artículo 2 y del mismo Capítulo VII de la Carta de San Francisco sólo en conflictos entre Estados, y no en conflictos internos de los Estados miembros, que pertenecen al «dominio reservado» de éstos. Pero esa es historia antigua: la primera zona de no-vuelos (también ella ilegal) se remonta a 1991, después de la primera guerra de Iraq, desde la que data la crisis vertical del viejo Derecho Internacional sustancialmente garantizado por el bipolarismo Este-Oeste, desaparecido a caballo entre los ochentas y noventas del siglo pasado.
Pero regresemos a los momentos sobresalientes de la llamada primavera árabe. Si en los casos tunecino y egipcio las cancillerías occidentales se habían mostrado muy prudentes respecto a los posibles desarrollos políticos, económicos y militares de estos países, con el agudizamiento del histórico antagonismo entre Cirenáica de un lado, donde se concentran las mayores riquezas petroleras de Libia, y Tripolitania y Fezzan del otro lado, potencias como Francia, EUA y Reino Unido se encuentran de pronto de acuerdo en sostener sin condiciones ni excusas a los revoltosos en buena parte integrados por islamistas radicales (particularmente numerosos serían los hermanos musulmanes provenientes de Egipto, jihadistas argelinos y afghanos) capitaneados por dos ex altos funcionarios del gobierno libio como el ex ministro de justia Mustafa Mohamed Abud Al Jeleil y el ex ministro del interior, gral Abul Fatah Younis, aparte de nostálgicos del rey Idris I, depuesto militarmente por Qaddafi y los oficiales nasseristas el 01-Sep-1969.
O, para ser todavía más precisos, como continúa sistemáticamente repitiendo el coronel desde el inicio de sus acalorados discursos a la nación, una revuelta monopolizada en gran parte por integrantes de Al-Qaida. Ya antes de que la insurrección estallase en Cirenaica, manípulos de tropas selectas occidentales, con los ingleses del SAS a la cabeza, operaban secretamente en el lugar, con la perspectiva de adiestrar y organizar militarmente las filas de los rebeldes. Contemporáneamente, de manera no oficial, algunos países occidentales, en primer lugar Francia y Gran Bretaña, daban a los insurrectos armas y vehículos que les habrían permitido marchar victoriosamente hasta Trípoli.
Así, repentinamente luego de los primeros momentos en que se filtran las noticias sobre todo confusas y contradictorias acerca de los desarrollos de la situación en el campo, Francia, a las 17:45 del sábado 19-Marzo, dos días después de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, termina los titubeos y anticipa los movimientos de la Coalición de los dispuestos, de acuerdo con EUA y Gran Bretaña, a los que rápido se les unen España, Qatar, Emiratos, Jordania, Bélgica, Noruega, Dinamarca y Canadá.
Para «proteger la población civil» de Benghazi y Trípoli de las «masacres del loco y sanguinario Qaddafi», el presidente francés Nicolas Sarkozy impone una zona de no-vuelos pero —por caridad, eso no— sin intención alguna de destronar al dictador, poniéndose así de hecho como líder de la operación Alba de la Odisea, que hasta ahora ha realizado más de 800 misiones de ataque.
Es lo que afirma también el almirante norteamericano William Gortney, según el cuál el coronel «no está en la lista de objetivos de la coalición» aunque no excluyendo que pueda llegar a ser golpeado «sin nuestro conocimiento». También el jefe de Estado Mayor británico, sir David Richards, niega que la muerte de Qaddafi sea un objetivo de la coalición porque la resolución de la ONU «no lo consentiría».
La elección de los aliados no pudo ser así más que por los rebeldes tan fotogénicos en las tomas mientras disparan al aire sus ametralladoras pesadas montadas sobre pick-ups para beneficio de las telecámaras. Sin embargo su importancia se ha mostrado de pronto risible, limitada y de poco peso en el país. Aunque adiestrada y armada hasta los dientes, la de los insurrectos arriesga permanecer una armada Brancaleone que continuará a estrellarse contra el escollo representado por el ejército fiel a Qaddafi, si no goza del apoyo de gran parte de la población. Y para llevar a término la revuelta popular sin ser sostenido por el apoyo del pueblo, resulta una empresa bastante difícil además de original.
También la institución de un imaginario gobierno sombra denominado pomposamente Consejo Nacional de Transición (CNT), prontamente reconocido como legítimo por el ministro del exterior italiano Franco Frattini, ha hecho que algunos estados occidentales enviasen oficialmente elementos destacados de sus propios ejércitos con la tarea de adiestrar a los insurrectos. También se ha hecho oficial el aprovisionamiento de armas y medios contra el pago en petróleo, que antes se realizaba secretamente.
Su fuerza, como han escrito los periodistas ingleses, «reside enteramente en el apoyo, político y militar, del cual gozan en el plano internacional». En cuanto a formar un gobierno que funcione, y sobretodo a conquistar alguna apariencia de victoria —también bajo el amparo de la zona de no-vuelos— parecen del todo incapaces.
En suma, una operación de sabor épico y romántico solamente en el nombre, pero en sustancia un ataque militar en plena regla a la soberanía de la Gran República Arabe Socialista Libia.
Los motivos de la guerra contados por los grandes medios de comunicación
¿Pero qué ha podido justificar realmente, más allá de las nubes de humo mediáticas administradas a grandes dosis sobre la opinión pública, la pretensión de tal ingerencia armada contra el gobierno de Trípoli disfrazada de intervención humanitaria?
Como siempre sucede en tales casos, todo ha tomado impulso de una potente campaña mediática en la que, sin la menor evidencia de prueba sino sólo en virtud de una repetición en serie del mismo mensaje, se ha establecido desde el principio que «Qaddafi había realizado bombardeos a los insurgentes en Trípoli» matando a «más de 10,000 personas». Una noticia de la que inicialmente se han hecho portadores los dos más importantes medios del mundo árabe: Al Jazeera y Al Arabiya, considerados una especie de CNN del Cercano y del Medio Oriente. Hablamos por tanto de informaciones provenientes directamente del interior de ese mundo árabe controlado respectivamente por las aristocracias sunnitas de Qatar y Dubai.
Después del lanzamiento informativo inicial, el número de «10,000 personas bombardea das por Qaddafi» ha sido catapulteado por todos los medios internacionales hasta convertirse en un hecho indiscutible como si fuera un axioma, aun si no hay ninguna imagen o prueba tangible que pueda apoyar tal carnicería. En apoyo de tales sueños in-formativos fueron luego presentadas las imágenes de supuestas fosas comunes cuyas víctimas habían sido sepultadas por la noche, siempre según los corifeos de la desinformación de masas, aquellos que habían perecido bajo los bombardeos ordenados por el dictador loco y sanguinario. Sin embargo, como luego se supo repentinamente, se trataba de imágenes engañosas y descontextualizadas, dado que lo que se mostraba al público occidental eran las tomas en un cementerio de Trípoli donde se realizaban las operaciones normales de inhumación de los fallecidos.
Pero como todo manipulador de la información sabe perfectamente, lo que cuenta para perdurar en la opinión pública es la primera impresión que recibe, y que imprime el mensaje en el cerebro de manera indeleble. Ha ocurrido con las narraciones de los eventos históricos más importantes, el último de los cuáles es sin sombra de duda, la obra maestra espectacular pasada a la historia como los atentados terroristas de Al-Qaeda del 11 de Septiembre de 2001.
No podía sino ser así también en este caso, donde la primera versión mediática propalada con diligencia gobbelsiana ha repetido sin interrupción la fábula de los 10,000 muertos y del genocidio realizado por el dictador loco y sanguinario, sin ninguna evidencia de prueba, solamente apoyándose en la simpe e ininterrumpida circulación del mismo mensaje.
Desde los primeros momentos, el mantra recitado infinidad de veces en las redacciones del Big Brother ha sido únicamente esto, convirtiéndose de repente en la Versión Oficial. No había sido dejado espacio alguno para la duda, al menos en los grandes circuitos de la información, ya que el hecho autoevidente se imponía por sí mismo, casi de motu proprio. El resto era sólo buscar ulteriores razones u, ¡horror de horrores!, nada menos que complotismo.
Otro elemento que ha jugado un papel decisivo, también en términos de aval de los conflictos bélicos de años pasados, ha sido la casi total adhesión de la izquiera en casi todas sus variantes —desde la moderada hasta las más extremas— a la Versión Mediática Oficial, que en el caso italiano comprendía también la voz infundada sobre hipotéticos campos de concentración o lager destinados a los inmigrantes negros provenientes de las zonas subsaharianas. Una especie de reflejo pavloviano ha llevado, sin algún tipo de examen o discernimiento crítico y, cosa aun más grave, sin siquiera plantearse la cuestión de que fueran realmente los insurrectos de Benghazi, a proporcionar un tipo de aval tácito a las operaciones de los manipuladores. Lo que, de hecho, ha facilitado el camino a esos poderes internacionales que trabajan desde hace tiempo por una intervención militar contra Libia.
Partida hacia Libia
Por todas estas razones, o tal vez sería mejor decir por la falta de ellas, una vez que el tenor Joe Fallisi me ofreció la posibilidad de trasladarme a Trípoli para verificar, junto con un grupo de auténticos entusiastas denominados The Non-Governmental Fact Finding Commission on the Current Events in Libya (la Comisión No-Gubernamental de Recopilación de Hechos Sobre los Actuales Sucesos de Libia), cómo estaban realmente las cosas, no lo pensé dos veces y decidí inmediatamente tomar parte en la expedición.
Luego de llegar al atardecer del 15 de Abril a Djerba (Túnez) con un vuelo, retrasado en más de 3 horas del horario prefijado, desde Roma, el viaje en territorio libio nos ha presentado súbitamente la dura realidad de un escenario militar constelado de centenares de puestos de bloqueo que cubren la totalidad del recorrido desde la frontera tunecina hasta Trípoli. Pero una vez llegando a las puertas de la capital el contexto que se perfilaba angustioso en aquellas primeras largas horas de viaje cambia de golpe a un escenario de plena normalidad. Y de hecho encontramos una metrópoli perfectamente en orden, bella, bien atendida y sin ningún rasgo típico de un estado de guerra incipiente. Ya este primer impacto contradecía de entrada los relatos periodísticos que describían los escenarios caóticos, sombríos y sangrientos de las matanzas atribuídas al coronel [Qaddafi].
La primera sensación que he tenido en la mañana del 16 de Abril mientras atravesábamos las calles de Trípoli orientadas hacia el sureste, ha sido la de un fuerte apoyo popular a Qaddafi, un apoyo completo, apasionado e incondicional, y ningún resentimiento u hostilidad hacia la población como se gritaba desde hacía semana y media. Del resto, como justamente señala el analista político Mustafá Fetouri, «una de las consecuencias no intentadas de la intervención militar en Libia es la de haber reforzado la credibilidad del régimen confiriéndole aun mayor fuerza y legitimidad en las zonas bajo su control. Ahora, después de la agresión, ha vuelto a utilizar la vieja cuerda del antiimperialismo».
Llegamos a la ciudad de Bani Waled, aproximadamente 125 km al sur de Trípoli al interior de un vasto distrito montañoso; nuestra delegación fue recibida calurosamente por los responsables de la Facultad de Ingeniería Electrónica. Este territorio alberga a la tribu más numerosa de Libia, los Warfalla o Warfella, que con sus 52 clanes y cerca de 1 millón 150mil efectivos representa la mayor tribu de Tripolitania, donde se encuentra el 65% de la población libia (26-27% en Cirenaica y el resto en Fezzan), extendiéndose incluso en el distrito de Misratah (Misurata) y, parcialmente, en el de Sawafjjn.
Llegamos a la plaza central de la ciudad, donde hay una manifestación contra la agre-sión de la coalición occidental hacia Libia. Aquí la sensación advertida al inicio atravesando la capital se convierte en una realidad palpable, y las demostraciones de apoyo incondicional a favor del líder libio no dan lugar a malentendidos. El slogan que nos acompaña a lo largo de todo nuestro recorrido es «Allah, Muammar, ua Libia, ua bas!» (Alá, Muammar, Libia, ¡y basta!), que se ha convertido en una especie de columna sonora pronunciada por todos lados. Mientras, entre los enemigos de Libia, Sarkozy es sin duda puesto en la mira y contra quién se dirigen la mayor parte de las muecas («¡Abajo, abajo Sarkozy!»). Siguen luego los restantes líderes occidentales que se han distinguido en la “agresión humanitaria”, como el surrealista Premio Nobel Barack Obama, apodado por la ocasión U-Bomba, y así todos los demás.
Somos luego conducidos a un amplio complejo habitacional circundado de muros, don-de somos acogidos por los jefes de tribu de los Warfalla, todos envueltos en sus tradicio nales vestimentas. Ayudados por los intérpretes pero también por un anciano jefe que habla bien el italiano, nos es confirmada la estrecha alianza de la tribu con Qaddafi y su completa determinación a luchar, en el caso de ser invadidos militarmente, «hasta el fin». «Si deciden invadir Libia, sabremos cómo responder», nos dice uno de los jefes de la tribu blandiendo en sus nudosas manos un flamante kalashnikov. No hay ninguna arrogancia en sus palabras, sino sólo la firmísima determinación de no permitir que su país sea lanzado al caos como ha ocurrido en Kosovo, Afghanistán e Iraq, que desde la ocupación militar anglo-norteamericana se han convertido en los lugares más peligrosos de la tierra y en los que se puede morir simplemente yendo al mercado, a un restaurante, al banco o sólo caminando por la calle. Estos resultados casi un decenio después de los primeros intervenciones humanitarias y de las consecuentes operaciones de pacificación, que hoy cualquier ferviente exportador de democracia querría replicar en Libia….
Dondequiera que uno se mueva, sea en Trípoli o en su inmediata periferia, la pregunta que se nos hace continuamente por las personas con las que entramos en contacto es la siguiente: «¿Por qué Francia, Inglaterra y los EUA nos bombardean? ¿Qué les hicimos? ¿Por qué Italia, luego de haber firmado con nuestro país un tratado de amistad y no agresión, nos ha hecho esto?».
Preguntas sacrosantas, a las que las agresiones militares anglo-norteamericanas de los años pasados proporcionan una respuesta demasiado evidente.
En los días sucesivos continuamos nuestras exploraciones visitando escuelas de diverso orden y nivel en Trípoli y alrededores, donde encontramos las mismas manifestaciones de apoyo y participación. Lo que asombra a estos muchachos, que la prensa occidental querría pintar como escasamente emancipados respecto a nuestros delincuentes con celular, es la plena conciencia de que lo que está ocurriendo daña su país y el peligro que amenaza el destino de Libia en caso de ser invadida militarmente. Pero en sus rostros no hay ninguna resignación al hecho, sino una firme voluntad de resistir con todos los medios. Y también el deseo de transformar la pesadez de las circunstancias, en la medida de lo posible, en momentos de pasión compartida.
De los suburbios de Trípoli, donde encontramos a personas en las calles, en sus casas o en sus lugares de trabajo, pasando por los médicos heridos durante los bombardeos y actualmente internados en hospitales hasta los reunidos en el corazón palpitante de la ciudad, por todos lados la misma disposición de ánimo hacia el liderazgo de su país y la situación que día tras día, viene angustiosamente descrita por los boletines radio-televisivos.
El único elemento anómalo y para muchos sorprendente, sobretodo porque estamos hablando de uno de los países grandes productores de petróleo en el mundo, son las filas de kilómetros y kilómetros de automóviles formando filas a la orilla de las calles y que comienzan a formarse en las primeras horas de la noche, en espera de su turno de reabastecimiento en las estaciones de servicio. También esto es una paradoja, una de tantas paradojas absurdas de las que toda guerra es pródiga.
Moviéndonos a lo largo de la capital no descubrimos ningún signo de bombardeo contra la población libia de parte de Qaddafi, que ha sido el motivo desencadentante por lo que han sido promulgadas las dos resoluciones de la ONU que de hecho han abierto el camino a la agresión militar. Y sin embargo, para causar más de «10,000 muertos», sobretodo si se habla de bombardeos en una gran ciudad como Trípoli, necesita forzosamente haber producido grandes daños urbanísticos y dejado una gran cantidad de indicios diseminados por las calles. Pero este es un detalle que no les importa a los amos de la información: lo que cuenta es el pánico virtual creado con arte, que está ya surtiendo efectos concretísimos.
Las únicas confirmaciones tangibles de los bombardeos los encontramos en cambio en alguna localidad no distante de los suburbios de Trípoli, en Tajoura, Suk Jamal y Fajlum, donde luego de repetidos bombardeos de la OTAN han encontrado la muerte más de cuarenta civiles. Lo verificamos directamente en el lugar, cuando fuimos a la granja donde cayeron algunas bombas que han causado grandes daños a los edificios contiguos y en los que se ven todavía bien visibles los fragmentos de los dispositivos explotados. Allí tuvimos pruebas en el hospital civil de Tajoura, donde nos fueron mostrados por las autoridades médicas los documentos oficiales que atestiguan las muertes causadas por las bombas lanzadas por la coalición.
La confirmación oficial de la situación que se ha venido determinando sobre el terreno nos la brinda en un encuentro en el Hotel Rixos, Moussa Ibrahim, portavoz del gobierno libio, que nos ilustra la posición del gobierno a este propósito. Después de haber trazado un cuadro de los desarrollos bélicos y diplomáticos en los últimos dos meses, Ibrahim se pregunta por qué los organismos internacionales dirigentes no habían consentido, antes de dar inicio a los bombardeos, el envío a Libia de una misión de investigación para verificar los hechos, como pidió Qaddafi repetidamente, y verificar personalmente los siguientes puntos:
- La verdadera dinámica de los hechos sobre cómo ha nacido la rebelión, hasta que repentinamente consiguió armas;
- Cuáles son sus verdaderos objetivos, si por casualidad también secesionistas más allá de la bandera preseleccionada y de su aparente líder, el exministro de justicia libio Jelil;
- Quién ha bombardeado qué;
- Hasta qué punto y a través de qué canales los rebeldes fueron armados;
- Cuántas son las víctimas civiles de los presuntos bombardeos de Qaddafi y cuántas de los llamados voluntarios, etc.
«Sin embargo —insiste Ibrahim— el envío a Libia de una delegación para verificar verdaderamente cómo están las cosas habría tenido un costo inferior al de un solo misil de crucero Tomahawk, y de estos misiles han lanzado más de 250 en estos días. ¿Por qué esta hipocrecía de Occidente hacia nosotros? ¿Por qué no se impuso una ‘zona de no-vuelos’ a Israel cuando ha bombardeado Gaza por más de un mes sin que ningún país tuviese nada que objetar? ¿Por qué dos países y dos medidas, cuando ya ha sido verificado que hemos jamás bombardeado, y lo reaseguro de manera firmísima, a nuestra población?»
Pero una comisión de observadores internacionales, no obstante las reiteradas peticiones de parte de las autoridades libias, jamás fue enviada y se ha continuado repitiendo la ya gastada versión del sanguinario dictador Qaddafi, bombardero y opresor de su propio pueblo. Occidente, o el restringido grupo de países que abusivamente se han arrogado el derecho de hablar a nombre del mundo entero, ha también rechazado la oferta de Chávez de actuar como mediador para Libia, no obstante que fue apoyada por muchos países latinoamericanos y de la propia Unión Africana.
Pudimos verificar personalmente la tarde del 17 de Abril Bab al ‘Aziziyah, la residencia- bunker de Qaddafi, cuán equivocados han sido los informes que circulan en los grandes medios occidentales respecto a la popularidad de Qaddafi entre la gente de Trípoli y más en general en Libia; no obstante los estrictísimos controles de las fuerzas de seguridad, fuimos los únicos occidentales en haber tenido acceso al parque opuesto al bunker del dirigente. El espectáculo que se abre a nuestros ojos entrando al parque donde se encuentra la antigua habitación de Qaddafi bombardeada por los americanos el 15-Abr-1986 —cuando perdió la vida, entre otros, Hana, la hija adoptiva— y dejada a propósito en ese estado a modo de testimonio histórico, contradice a primera vista las versiones propagandísticas circuladas en Occidente. Aquí cada tarde, desde que han sido iniciados los bombardeos humanitarios contra la Jamahiriya Arabe Libia, se pone en escena un gran espectáculo animado por millares de personas, desde recién nacidos para los que se ha preparado un amplio kinder hasta los ancianos que se reencuentran con sus pipas turcas bajo una tienda repleta de tapetes y almohadones. Un gran palco montado en la antigua casa del coronel es el proscenio sobre el cual se alternan música, palabras, proclamas y entretenimiento para calentar una atmósfera que día a día se hace siempre más plomiza.
El verdadero sentido de este ensamble, del cual los medios de comunicación occidentales se cuidan de no dar cuenta, «es la cercanía y el afecto de los libios hacia su hermano Qaddafi», como me explica un joven y culto ingeniero electrónico que nos guía a lo largo de toda nuestra visita; un «hermano y un padre» hacia el cuál es perceptible el cariño tributado por su gente. Por esto se reúnen todas las tardes, para hacerle sentir con su presencia todo el calor y ser un escudo con sus propios cuerpos a las nuevas posibilidades de incursiones después de la del 21-Mar-11, incursiones repetidas también la noche del 25 de Abril cuando un edificio de carácter oficial situado en el complejo de Bab al ‘Aziziyah ha sido destruido por un misil de crucero Tomahawk lanzado desde un submarino de la Armada Real conforme a coordenadas proporcionadas por las fuerzas especiales de Londres infiltradas incluso en la capital.
La última cita con miembros del gobierno es con el viceministro del Exterior, Khaled Kaim, que con gran abundancia de particulares recorre constantemente los desarrollos de la crisis, de la presencia descubierta desde el inicio por las autoridades libias de varios elementos de los hermanos musulmanes y otros jihadistas extranjeros entre los revoltosos de Benghazi, a la extraña sincronía con la que, el 26 de Febrero, el personal de diversas embajadas presentes en Trípoli ha partido sin ninguna explicación creíble, hasta las razones geopolíticas que han hecho que Libia se convierta en un objetivo apetecible en las mirillas occidentales desde hace muchos años.
Kaim pone también a nuestra disposición todo el material de video y las reseñas de la prensa internacional que cubren por entero la secuencia temporar puesta a examen, de modo de poder luego ponderar su amplitud para luego emitir un juicio objetivo sobre los hechos. Su esperanza, dirigida idealmente a la opinión pública occidental, es la de no dejarse hipnotizar por la información ad usum delphini difundida en estos meses por los grandes medios sino mirar la sustancia del pleito entre el gobierno y los rebeldes que de cualquier modo, según su valuación la intervención militar de la OTAN en las cuestiones internas libias, ha hecho más complicado y lento un posible proceso de pacificación nacional.
No nos resta, antes de despedirnos, sino encontrar a la última personalidad de relieve en el programa de nuestra agenda, monseñor Giovanni Martinelli, obispo de Trípoli, uno de los últimos italianos en permanecer en la ciudad luego del estallido de la crisis que, junto a la combativa representante de la importadora-exportadora ítalo-libia Tiziana Gamannossi, nos confirma en el curso de la plática cuanto ya habíamos verificado durante nuestra misión de investigación: o sea que «el gobierno libio NO HA BOMBARDEADO a su población, y que los únicos muertos a causa de los bombardeos han sido provocados por la OTAN en Tajoura; que la única posible solución del pleito es el diálogo, no las bombas»; que «los rebeldes de Benghazi se han manchado con graves crímenes lanzando al país al caos».
Martinelli agrega también que el ataque militar aliado contra Libia es injusto y equivocado tanto desde un punto de vista táctico como estratégico, porque «las bombas reforzarán a Qaddafi y le permitirán vencer». El suyo es un juicio ponderado y duro, expresado por un hombre que no tienen ninguna actitud a priori a favor del coronel, pero del cuál reconoce con equilibrio méritos y defectos en la conducción del país. «Un hombre de carácter fortísimo y decidido —agrega el padre Martinelli— que ha favorecido, desde el inicio de su gobierno, la libertad de movimiento, la libertad política, la libertad religiosa y que ha permitido que en Libia convivan pacíficamente cinco confesiones religiosas». «En más de cuarenta años —concluye el obispo de Trípoli despidiéndose de nosotros—, no he sufrido ninguna provocación de nadie, y nuestra comunidad convive serenamente con todas las demás. Encuéntrenme otro lugar en que todo esto sea posible». Y cómo desmentirlo, visto el actual panorama del Cercano Oriente.
Si en efecto queremos mirar la sustancia y no la propaganda bélica que echa raíces firmemente sobre los medios para perjudicar a Libia, la expectativa de vida de sus habitantes anda alrededor de los 75 años de edad, un verdadero record considerando que algunos países del continente africano la media anda en los 40 años. Cuando Qaddafi tomó el poder, el nivel de analfabetismo en Libia era del 94%, mientras que hoy más del 76% de los libios están alfabetizados y son muchos los jóvenes que asisten a universidades extranjeras. La población del país, al contrario de los egipcios y tunecinos, no carecen de alimentos y servicios sociales indispensables. Antes del ataque franco-británico, además, el gobierno libio había lanzado un programa de construcción popular subsidiada en el que se habían invertido más de 2,000 mill de dínares, que debía llevar a la construcción de 647mil viviendas en todo el país para una población de 6 mill. de habitantes. Un proyecto que naturalmente ahora está detenido, y que no se sabe cuándo será reemprendido.
En este punto, el cuadro que tenemos frente a nuestos ojos ha asumido un contorno más definido; sería interesante proseguir hacia la parte oriental del país, donde se están llevando a cabo los combates más duros, pero por razones de seguridad nos es vivamente desaconsejado emprender semejante viaje. Aun así, todavía, hay los elementos necesarios para comprender que las Resoluciones 1970 y 1973 promulgadas por el Consejo de Seguridad carecen de todo fundamento. Y por tanto las razones para esta intervención armada deben buscarse en otro lado.
El encargo de referir minuciosamente todo lo que ha sido recolectado en el curso de la misión se ha confiado a David Roberts, portavoz de British Civilians For Peace in Libia (Civiles Británicos por la Paz en Libia), durante la conferencia de prensa abierta a todos los medios internacionales presentes en Trípoli celebrada en el lujoso Hotel Rixos, en la cual se proyectó en la pantalla un documental montado en tiempo record por el valiente videoreportero y activista inglés Ishmahil Blagrove; la conferencia de prensa es también la ocasión para hacer notar a los medios todos los documentos, los descubrimientos probatorios y las evidencias encontradas por la Fact Finding Commission durante sus indagatorias. Después de la exposición de resultados a los que llegó la comisión, se procede a evidenciar todas las omisiones y verdaderas manipulaciones realizadas por los medios desde el inicio de la guerra.
La cosa no es de hecho agradable para algunos periodistas y voceros de los grandes periódicos ingleses y norteamericanos presentes en la sala, los cuáles sintiéndose juzgados por las evidentes distorsiones a las que se habían prestado durante sus servicios informativos y que nuestras investigaciones en campo ponían justamente al desnudo, reaccionaron de manera acosada y rabiosa negando haber realizado ningún trabajo sucio y asegurando de haber proporcionado escrupulosamente toda la información que poseían.
Una evidente mentira, visto y considerado que con nuestros pocos medios disponibles hemos derribado casi totalmente el castillo montado en el aire en los meses precedentes. Y que por un instante, todavía excitado por lo que había visto y oído en esos días, he pensado de comunicar a la ferviente bombardera de Libia, Anna Finnochiaro, jefa en el Senado del PD, que se sentaba una fila detrás de mí en el avión que me conducía de Túnez a Roma. Pero habría sido una fatiga inútil, me dije enseguida, vista la determinación asumida en primera persona por la izquierda etimológica en el conducir a un punto de no retorno esta sucia guerra.
Como hacia notar en verdad el gran escritor Mario Mariani, «los periodistas y los políticos no deben entenderse de nada y deben parecer que entienden de todo». Lo único que de verdad cuenta para ellos, es lo de poseer un buen olfato para saber en qué dirección está Blowing the Wind [Soplando el Viento]….
Las verdaderas razones de la guerra en Libia
Y he aquí que, poco a poco, después de haber verificado en primera persona cómo estaban realmente las cosas en el lugar, y gracias a la red y a los múltiples sitios y blogs interesados en dar verdadera información y no propaganda, comenzábamos a hacer un largo análisis y documentar la etiología de los hechos libios. Y siempre tomaban más espacio los que verosímilmente parecían los motivos reales de la intervención occidental contra Libia, planificada desde hace tiempo. Es decir, en primer lugar, apoderarse de los enormes yacimientos de petróleo libio, estimados en cerca de 60 mil mill. de barriles y cuyos costos de extracción están entre los más bajos del mundo, sin contar con las enormes reservas de gas natural valuadas en cerca de 1.5 billones de m³.
Pero no es todo. Desde el momento en que Washington ha borrado a Libia de la lista de proscripción de los Estados canalla, Qaddafi ha buscado hacerse de un espacio diplomático internacional con repetidos encuentros en la patria y en las mayores capitales europeas. En el 2004, por ejemplo, Tony Blair, entonces primer ministro británico, ha sido el primer líder occidental en trasladarse a Libia, convertida así en frecuentable. En Diciembre de 2007 París se tomó la molestia de extender la alfombra roja en el estacionamiento del Hotel Marighy, donde el coronel había plantado su tienda. ¿Qué ha cambiado desde entonces para justificar la obstinación de Gran Bretaña y Francia contra el régimen de Trípoli cuando antes andaban enamorados y de acuerdo?
La respuesta ha sido dada por el diario estadounidense The Washington Times. Este mismo diario ha revelado en marzo pasado que son 200,000 mdd de los fondos soberanos libios los que hacen fibrilar a los occidentales. Porque tal es el dinero que circula en las Bancas Centrales, en particular las británicas, estadounidenses y francesas. Víctimas de una crisis financiera sin precedentes, Francia, Gran Bretaña y EUA quieren a toda costa apoderarse de estos fondos soberanos. «Éstas son las verdaderas razones para la intervención de la OTAN en Libia», afirma Nouredine Leghliel, analista de bolsa argelino emigrado a Suecia, que ha sido uno de los primeros expertos en proponer la cuestión. Estos 200,000 mdd, de los que los occidentales no hablan sino a media voz, están por el momento «congelados» en las Bancas Centrales europeas. ¿El motivo? Que esta verdadera montaña de dinero esté asociada a la familia Qaddafi, «lo que es totalmente falso», subraya Leghliel, es lo que sirve de pretexto a los tiburones de la finanza internacional a querer desviar la bonita suma a sus bóvedas.
«Entre más se prolongue el caos y la guerra, más beneficios obtienen los occidentales de esta situación que evoluciona para su ventaja», aclara aún Leighliel. El caos en la región haría cómodo a todo Occidente. Los británicos, ahogados por la crisis financiera, encontrarían así los recursos necesarios. Los estadonunidenses, por objetivos típicamente militares, se instalarían de modo definitivo en la zona del Sahel y Francia podrá reasumir el papel de subcontratista en esta región que considera como un apéndice suyo.
El asalto a los fondos soberanos libios, como es fácilmente predecible, tendrá un impacto particularmente fuerte en Africa. Aquí la Cía de Inversión Libia Arabe Africana ha efectuado inversiones en más de 25 países, 22 de ellos en el Africa subsahariana, programando aumentarlos en los próximos 5 años sobretodo en el sector minero, manufacturero, turístico y de telecomunicaciones. Las inversiones libias han sido decisivas en la realización del primer satélite de telecomunicaciones de la RASCOM (Organización Regional Africana de Comunicaciones Satelitales) que, habiendo entrado en órbita en Agosto de 2010, permite a los países africanos comenzar a sentirse independientes de las redes satelitales estadounidenses y europeas, con un ahorro anual de centenares de mdd.
Todavía más importantes han sido las inversiones libias en la realización de 3 organismos financieros lanzados por la Unión Africana: la Banca Africana de Inversión, con sede en Trípoli; el Fondo Monetario Africano (FMA), con sede en Yaoundé, capital de Camerún; y la Banca Central Africana en Abuja, capital de Nigeria. El Fondo será financiado principalmente por los países africanos y, de lo que se sabe, Argelia aportará 14,800 mdd, Libia 9,330, Nigeria 5,350, Egipto 3,430 y Sudáfrica 3,400.
La creación del nuevo organismo es (o era) considerada una etapa crucial hacia la autonomía monetaria del continente. De hecho, según las Naciones Unidas, la importancia de Africa sobre la balanza comercial mundial se ha contraído notablemente en los últimos 25 años, pasando del 6% al 2%; efecto debido, siempre según la ONU, a la presencia de unas cincuenta monedas nacionales no convertibles entre sí. Esto representaría un freno para los intercambios comerciales entre los estados afrricanos, por ello la principal tarea del FMA es promover los intercambios comerciales creando el Mercado Común Africano. Un paso necesario en la estabilidad financiera y para el progreso de la economía del continente que decretaría además el fin del franco francés, la moneda que se ven obligados a usar 14 países, excolonias francesas.
Lo acabado de exponer pudiera ser la verdadera razón, o una de las mayores motivaciones, que han causado la intervención armada, oculta primero, declarada y explícita luego, de las viejas potencias coloniales del Continente Negro: Francia, Gran Bretaña y EUA. Comoquiera que sea, el congelamiento de fondos libios y la consecuente guerra asestan un golpe durísimo a todo el proyecto.
Pero si Occidente verdaderamente quiere cazar a Qaddafi para apropiarse de Libia y sus recursos, deberá resignarse pronto a cambiar de estrategia. En otras palabras tendrá que hacer bajar a sus heróicos soldados de los aviones y de los barcos, desde donde bombardean cómodamente sentados con la mano en el joystick de la estación de juego y mandarlos a tierra en Libia, a combatir, a matar y a ser muertos. En ese punto será necesario quitarse la máscara, evitar esconderse detrás del pretexto de intervención humanitaria, manifestar abiertamente sus propias ambiciones y aceptar la fila de ataúdes que vuelven a casa cada semana. Pero, ¿serán capaces, luego de que el mundo asiste atónito al empantanamiento en el que están metidas las más grandes potencias militares de la historia luego de un conflicto que dura más de 10 años en Afghanistán e Iraq?
Paolo Sensini
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